Haití, el controversial vecino de la República Dominicana, ha sido intervenido en diferentes ocasiones, algunas avaladas por organismos internacionales y otras hechas de manera unilateral por otros países, como por ejemplo la ocurrida entre 1915 y 1934.
En esas intervenciones República Dominicana nunca ha participado, más allá de facilitar reuniones entre los países.
Al ser consultado por N Digital, el embajador Jatzel Román detalló que en 1994 hubo una controversia, ya que el gobierno estadounidense se quejaba de que la República Dominicana no aplicaba cabalmente el embargo económico a Haití que buscaba asfixiar economicamente a Raoul Cedras, expresidente haitiano.
Román también indicó que en el 2004 el expresidente haitiano Jean Aristide llegó a acusar al gobierno dominicano de facilitar planes en su contra, pero nunca fue tomado en serio.
Pero no es hasta el 2023, indica el diplomático, que es la primera vez que República Dominicana ha tomado un rol protagónico en el llamado a la misión, la cual será liderada por Kenia, aunque el país no intervendrá en el mismo.
“Incluso, el Canciller Roberto Álvarez viajó 8 veces a Nueva York a la sede de la ONU para estresar la necesidad de esta aprobación ante el Consejo de Seguridad. Lo que nunca ha estado en cuestión es aportar económica ni militarmente”, sostuvo.
Jatzel Román estimó que esta nueva intervención es un capítulo más en la trágica historia haitiana y que, a diferencia de las anteriores, es solo un endoso externo para la actuación de otros países y no tendrá el sello de la ONU, pero tiene la clara misión de contribuir hacia la pacificación.
“Si una lección puede aprenderse de toda esta historia, es la necesidad de acompañar esto con una profunda reforma del Estado, que podría parecerse más a una refundación”, indicó Román.
Intervenciones en Haití
La caída del régimen Duvalier, como muchas veces pasa, significó inestabilidad inmediatamente posterior, hasta que en 1990 se realizan elecciones, que fueron ganadas por el exsacerdote Jean-Bertrand Aristide. Con su fogoso discurso identitario y populista, dice Román, este logró grandes adhesiones y un especial arraigo callejero, no así en la élite militar que lo depuso tan solo 8 meses y medio después de juramentarse.
Es en este periodo de mando militar que debutan las misiones como hoy las conocemos. Primero fue la Misión Civil Internacional en Haití (MICVIH) que tenía como misión observar el respeto a los derechos humanos en el país. El régimen no colaboró, sino que por el contrario expulsó a varios de los designados en esta misión ONU-OEA.
Después de esto, estuvo la Misión de Naciones Unidas en Haití (UNMIH) encargada de facilitar un retorno a la democracia en 1993 y luego viabilizar reforma de los cuerpos armados.
Aristide retornó al poder en 1994 gracias a la “Operación Defensa se la Democracia”, avalada por el Consejo de Seguridad y principalmente llevada a cabo por Estados Unidos para remover a Cedras, instalando de nuevo al gobernante electo. A este sin embargo se le computaron los años que estuvo fuera de Haití y tuvo que salir en 1996 para entregarle a su entonces aliado, René Preval.
En ese trayecto de tiempo hasta el 2000, Haití vio varias misiones de distintos tipos como la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas (UNSMIH), de Transición (UNTMIH) y de Policía Civil (MIPONUH).
“No obstante, las debilidades institucionales saltaban a la vista dolorosamente. Inspirados en el semi-presisencialismo francés, Haití era francamente ingobernable, razón por la que Preval pasó su último año sin parlamento, recurriendo sólo a los decretos, similar a lo que 21 años después haría Moïse previo a su asesinato”, señaló.
Aristide vuelve a ganar elecciones en el 2000 y con él retorna la polarización, boicot y violencia política. Esta vez duraría más en el poder, pero igualmente caería en 2004 no sin antes dejar un país tomado por pandillas y grupos armados anteriormente policiales.
Es en ese contexto que el Consejo de Seguridad vota por lo que terminaría siendo la MINUSTAH entre 2004-2017. Con todos sus cuestionamientos muy válidos en materia de abuso sexual cometido por soldados brasileños y uruguayos, así como el cólera llevado por Nepal, la misión tuvo éxito restringido en el sentido de desarticular pandillas.
Resolución de la ONU
Este lunes, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizó una misión multinacional de seguridad de un año de duración para Haití, liderada por Kenia, con el objetivo de tomar medidas enérgicas contra la violencia desenfrenada de las pandillas que ha trastocado la vida de muchas personas en la nación caribeña.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, conformado por 15 miembros, votó a favor de autorizar una misión de seguridad para proteger infraestructura crítica como aeropuertos, puertos, escuelas, hospitales e intersecciones de tráfico clave y ejecutar “operaciones selectivas” junto con la Policía Nacional de Haití. Kenia se ha comprometido a enviar al menos 1000 efectivos de seguridad y se espera que otras naciones ofrezcan otros recursos.
La resolución se aprobó con 13 votos a favor y dos abstenciones.
La aprobación marcó un momento cada vez más inusual en el que el consejo pudo actuar. Desde la invasión rusa a Ucrania, las divisiones entre sus cinco miembros permanentes, cada uno con poder de veto, han impedido que esa instancia apruebe resoluciones y adopte medidas.
Rusia y China se abstuvieron, lo que sugirió que ninguno de los países respaldó la resolución pero no iba a bloquear su aprobación. Los diplomáticos declararon que las negociaciones con ambos países habían sido tensas durante varias semanas y que el texto fue reescrito varias veces, pero que al final se alcanzó un consenso.
La idea de que el Consejo de Seguridad despliegue una fuerza multinacional en Haití fue propuesta por António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, tras la ruptura de la ley y el orden en el país y luego de que las pandillas se apoderaran de puertos y depósitos de combustible, declaró el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, el lunes.